Daniel Salvo: “Adolph desarrolla una novelística y cuentística introspectiva y humanista”

Carmen Alvarez Cucho

Universidad Nacional Federico Villarreal

La narrativa de José B. Adolph (1933-2008) sigue vigente hasta el día de hoy. Sus obras, especialmente sus cuentos, son una muestra de una lúcida reflexión filosófica y una aguda inteligencia por revelar la naturaleza humana en clave ciencia ficción. Sin embargo, Adolph fue más que esto. En palabras de Daniel Salvo, fue un escritor lúcido y multifacético para su tiempo (los años 60, 70 y 80), ya que utilizó diferentes registros para expresar su “peculiar” y “contestataria” manera de pensar. Daniel Salvo (1967) es un reconocido escritor peruano de ciencia ficción, fantasía y terror y un importante investigador sobre la ciencia ficción en Latinoamérica. Además, mantuvo una amistad con el “escritor de culto” hasta su muerte. En esta entrevista, nos señala el aporte de la obra de José B. Adolph para la literatura peruana, algunas temáticas de la cuentística adolphiana y anécdotas detrás del tintero.

¿Por qué es importante estudiar a José B. Adolph desde la academia literaria?

D.S: Para empezar, no formo parte de la academia porque no he estudiado Literatura. Sin embargo, a raíz de tu pregunta, encuentro la respuesta. Lo usual para la academia es estudiar temas como el indigenismo, la violencia urbana, entre otros. En contraste, la narrativa de Adolph es muy peculiar y no se ajusta a los tópicos más predecibles. Es más, se sale de los lineamientos establecidos y rompe esquemas preconcebidos en el panorama literario de nuestro país. En ese sentido, estudiar a Adolph me parece una práctica rupturista, pues su figura se ubica por fuera del canon literario.

Carmen Alvarez: En relación a la biografía de Adolph, ¿consideras que algunas de sus obras son autorreferenciales? Creo que un ejemplo podría hallarse en La verdad sobre Dios y JBA

Daniel Salvo: De todas las obras que he leído de Adolph, hay una novela que me llama la atención respecto al tema que mencionas: La ronda de los generales (1973).En ella,hace referencias a sí mismo como escritor de ciencia ficción, un género que asume como un conjunto de historias sobre marcianos y naves espaciales. Otro libro, como ya lo has señalado, es La verdad sobre Dios y JBA, que aparenta ser una alusión directa al propio Adolph por el título (JBA = José B. Adolph). Es una novela delirante de ciencia ficción que mezcla tópicos sobre inteligencias artificiales y sectas religiosas. Todo eso trabajado desde los códigos de la ironía. Sin embargo, es necesario aclarar que la referencia sobre Adolph es una broma para el autor que aparece en la ficción. No existe una relación directa con el escritor real.

CA: ¿Desde qué otra perspectiva se puede estudiar la narrativa de Adolph?

DS: Además de escribir literatura de ciencia ficción y literatura fantástica, él era un narrador multifacético debido a los diferentes registros que manejaba. Prueba de eso es que destacó también en el realismo y la novela histórica. En esta última, por ejemplo, resalta una obra titulada Dora (1989) que cuenta la historia de Dora Mayer. La vida de este personaje despertó muchos comentarios en su tiempo, pues Mayer fue una reconocida filósofa de la asociación proindigenista. De repente, empieza a llamarse a sí misma como Dora Mayer de Zulen, ya que afirmaba ser la esposa del filósofo Pedro Zulen. Este episodio resulta ser un enigma y nadie sabe si ese matrimonio existió realmente o no. La solución a todo ese asunto lo brinda Adolph en la novela. Adolph recrea la figura de una persona que fue aparentemente lúcida en temas sociales, pero al mismo tiempo obsesionada por el amor de un hombre. En pocas palabras, la obsesión pasional la llevó a crear una ficción. Por cierto, ese lado intenso y psicológico sería interesante de analizar en la escritura de Adolph. De otro lado, Dora se asemeja a Conversación en La Catedral porque te hace vivir en los años 50 de Lima. Te transporta a ese tiempo, sobre todo al panorama de las turbas sociales. Ese contexto ciertamente también influyó en la alteración de la propia Dora.

CA: ¿Llegaste a conocer a José B. Adolph? Y si lo conociste, ¿hay alguna anécdota que quieras contarnos?

D.S: Cierto día del 2002, navegando en internet, encontré una página llamada Ciberayllu. En ella, Adolph publicaba sus cuentos y cada texto estaba acompañado de su correo electrónico. Entonces decidí escribirle con la intención de invitarlo a tomar un café e iniciar una conversación. Yo me esperaba que se diera ese diálogo y después un “hasta nunca”. Por supuesto, no fue así. Después de ese encuentro, me volví asiduo en visitarlo a su departamento de la calle Charango en Miraflores. Quiero creer que se inició una amistad con él a partir de ese día. Mensualmente teníamos un encuentro en el cual conversábamos y nos prestábamos libros al margen de la literatura. Cuando falleció en el 2008, yo lamenté mucho su muerte. Me sentí un poco depresivo porque una semana antes fuimos a caminar. Fue la única vez que lo hicimos, pues siempre nos reuníamos solamente en su apartamento. Y aquel día fue la última vez que nos vimos. 

Una anécdota jocosa que recuerdo es que Adolph criticaba mucho a Luis Alberto Sánchez por su libro de literatura peruana. Él decía que Sánchez inventaba y exageraba las cosas de lo que realmente había ocurrido: “Sobre mí dice que yo primero pienso en alemán y que, al escribirlo, lo traduzco en español, pero jamás he hecho algo así”, comentaba. Otra anécdota graciosa es que Adolph amaba a los gatos. Tenía una gata llamada Misha. Aparece con ella en una foto de Caretas simulando a Dalí, es decir, saltando con la gata mientras abría los ojos de manera desorbitada y sacaba la lengua. Era bastante irreverente. No le gustaban las formalidades. Generalmente lo encontraba en bividí o con ropa súper cómoda.

CA: ¿Cuáles son las referencias literarias, tanto extranjeras como peruanas, de José B. Adolph?

D.S: Cuando conversábamos sobre ciencia ficción, yo notaba en su biblioteca que tenía varios libros del escritor británico H. G. Wells, a quién admiraba. Ciertamente, Wells desarrollaba una narrativa de ciencia ficción de 15 minutos en el futuro. Vale decir, no escribía sobre imperios galácticos o historias similares sino lo que podría ocurrir en 15 minutos. Otra temática que le llamaba la atención es cómo algunos escritores convertían situaciones completamente cotidianas en universos extraterrestres. Pienso en la novela Rascacielos (1975)de J.G Ballard. Esta novela nos cuenta la historia de cómo un rascacielos autónomo se convierte en un territorio liberado. Esto se debe a que empiezan a surgir rencillas entre los inquilinos, pero en vez de ir a solucionarlo con la policía se apartan del mundo. Así, poco a poco empiezan a ocurrir asesinatos y desapariciones, y el rascacielos se convierte en un espacio autónomo. Esta manera fría y ácida de narrar le llamaba la atención a Adolph. Otro autor que le gustaba era Theodore Sturgeon, quien fue un escritor norteamericano de formación psicológica. Algunas de sus obras desarrollan temas sobre la trascendencia humana. Por ejemplo, en su novela Más que humano (1953)aparece una mutación que confiere a los seres humanos poderes con la finalidad de formar una unidad para que luego se dé paso a la evolución. Ese es el tipo de ciencia ficción que a Adolph le gustaba. No obstante, no diría que fuese su referente porque incluso en Sudamérica es un poco difícil hablar de este género. En ese entonces, no había la gran cantidad de colecciones de ciencia ficción que existen ahora. A esto último ha contribuido mucho el avance de internet. Incluso, hasta medidos del 2000, la ciencia ficción que uno podía leer era solo lo que se encontraba en una librería o en un puesto de libros usados.

CA: ¿Por qué el libro Mañana, las ratas fue publicado en 1984 si Adolph ya lo había terminado de escribir en 1975?

D.S: Es un tema de políticas editoriales. En su tiempo, habían considerado que publicar su obra era “no factible”, ya que el “negocio editorial” estaba dedicado a publicar otro  tipo de novelas. Recordemos que en el año 1978 aún seguíamos con la influencia del boom latinoamericano. En Argentina, tenemos a Cortázar por el lado de lo fantástico; en Colombia, el realismo mágico de García Márquez; y en el Perú estaba Vargas Llosa con su realismo radical y excluyente. Sin duda, la academia y el público estaban enfocados en ese tipo de literaturas. Entonces, publicar una novela del futuro donde no existe el gobierno gracias a una corporación que maneja todo desde un satélite en órbita era extraño. Creo que incluso ahora nadie se atrevería a publicar una obra de esa índole. No es por una política de censura, sino por su rentabilidad editorial. Me parece que los escritores latinoamericanos que ahora publican ciencia ficción, quieran o no darle ese nombre, van a tener que luchar por ese espacio. El mundo, a nivel general, sigue manteniendo la imagen de la literatura latinoamericana de los años 60 y 70. Todavía se siguen escribiendo novelas de dictadores y de guerrillas, pero ¿cómo vivimos ahora? Definitivamente ya no vivimos de esa manera sino de otra. Entonces, lo ideal es que los escritores latinoamericanos no debamos seguir asumiendo el rol de aquellos tiempos.      

CA: ¿Qué tópicos consideras recurrentes en la cuentística de este autor?

D.S: Los temas se relacionan directamente con las etapas en las que fueron escritos sus cuentos. Por ejemplo, cuando publica en los años setenta Hasta que la muerte (1971), explora las posibilidades de la ciencia ficción: los viajes en el tiempo, los encuentros con extraterrestres, entre otros. Incluso propone una reformulación de la historia peruana a partir de la ciencia ficción. Por otra parte, la Pontificia Universidad Católica del Perú, en el 2007, publicó un volumen de cuentos denominado Los fines del mundo que comprendía doce textos. En ellos, predominan una gran cantidad de ficciones catastrofistas, es decir, tragedias y desastres que surgen dentro un mundo vulnerable. Esos relatos, quizá, se asociaban con el estado de Adolph en sus últimos años, pues cuando lo conocí padecía una serie de dolencias. Supongo que ese problema lo influenció en sus temáticas y en su manera de escribir. Y, por cierto, Adolph también escribió sobre la clonación pensado en el futuro, aunque no era un creyente en eso. Francamente, no tenía grandes esperanzas hacia el futuro.

CA: La muerte es un tópico recurrente en la narrativa de Adolph. ¿Se puede considerar como un tema que le obsesiona? Su perspectiva sobre la muerte es muy filosófica.

D.S: Esta “obsesión” puede deberse a su experiencia de vida y a los sucesos históricos que le tocó presenciar. En los años 60 las personas tenían grandes expectativas, pero Adolph siempre fue más allá. Era muy lúcido. Yo diría que Adolph no era una persona desencantada de la vida, pero sí estaba forzado a tener una visión más crítica del mundo. Y es que le tocó comprender cómo muchos de los objetivos sociales que se soñaron no se llegaron a cumplir. Él fue testigo de los proyectos que se fueron quedando en el camino, aquellos que dieron fin a las ilusiones y las expectativas. En efecto, hablamos de alguien que fue testigo de la Revolución cubana, la caída del Muro de Berlín y el declive de la Unión Soviética. En el Perú, le tocó vivir el estallido de una fuerte crisis económica, social y política. Estos hechos demostraron que todo se desmantela por sí mismo y, si eso se une a una visión más filosófica de la vida, no resulta difícil imaginar la manera en que Adolph adquirió consciencia de todo fin. Él era completamente lúcido al reconocer que era un ser finito: hagas lo que hagas tu recuerdo, en algunos años, va a desaparecer. Una vez que mueres es poco probable que las personas se acuerden de ti. No se sentía devastado al saber esto, sino que simplemente era muy consciente que todo tiene un final.

CA: En relación con la ciencia ficción, José Adolph también aborda la distopía en sus cuentos, ¿cómo la podríamos interpretar?

D.S: Me causa gracia tu pregunta porque en algún momento se le hizo también a Adolph. Ten en cuenta que está de moda ese término, de manera que todo parece ser ahora una “distopía”. Además se le considera como si fuera el único tópico de la ciencia ficción. Bueno, así somos los humanos: la novela de Adolph describe un mundo futuro donde las cosas no salen bien y eso es ya una distopía. En su momento, se le quiso preguntar a Adolph qué opinaba sobre la distopía que había escrito y respondió “¿Qué es distopía?”. Él prácticamente desconocía ese término. Ahora la palabra distopía todos la repiten, pero en ese tiempo el autor peruano de una de las distopías más famosas desconocía o no le gustaba el término. En otra ocasión, le preguntaron a Adolph cómo se le ocurrió escribir sus cuentos y novelas. Él contestó: “Se me ocurrió nomás”. El mismo Adolph algunas veces ironizaba y se burlaba sobre el tema. Él decía: “Yo no entiendo cómo hacen esos escritores cuando les formulan estas preguntas y se pasan horas hablando sobre su obra y su proceso de escritura. Yo no podría hacer eso”. Se burlaba de este asunto porque no tenía una formación académica de escritor, sino de autodidacta. Regresando a la pregunta inicial, en su tiempo lo que significaba una distopía para Adolph era una catástrofe; por ejemplo, un terremoto en donde todo el mundo se muere. Eso no es una distopía, sino una catástrofe. El término distopía lo estamos reservando para una temática en la que existe el control de una entidad poderosa (un gobierno) que restringe libertades y la manera en que la gente, en respuesta a este control, se enfrenta a ella. Tarde o temprano se va a agotar este modelo si empezamos a identificar todo como una distopía.

En este momento Mañana, las ratas, merece ser leída por su vigencia y por imaginar un futuro distópico. No obstante, hay que decir las cosas como son. En su momento, el autor no dijo “voy a escribir una novela de distopía como cualquier escritor contemporáneo”. No, simplemente la escribió. Y asombra su tremenda lucidez para anticipar un futuro tan decadente. En el año 1978 quién iba a pensar que existiría tanta degradación como ocurre en la novela (no solo por el contexto mundial en el que caen los gobiernos, sino por la misma cotidianidad de las revueltas populares y los grupos excluidos). Ahora, en lo personal, me hubiese gustado que el argumento de Mañana, las ratas fuera más extenso. Especialmente creo que pudo explotarse más la historia de los protagonistas, Tony Tréveris y Linda King, y su relación con otros personajes significativos. Como fuere, la verdad es que después de una lectura completa de la novela uno se pregunta por la cotidianidad de esa sociedad y su supervivencia. Sin embargo, esa realidad es tan diferente de la sociedad en la que vivimos. Por ejemplo, el 80% del empleo es informal. No parece que fuera cierto, pero aquí estamos.

CA :Sé que publicaste en el 2010 un artículo titulado “José Adolph y la Edad de oro de la ciencia ficción peruana”. Mi pregunta: ¿por qué motivos insertaste a José B. Adolph en la “Edad de oro de la ciencia ficción peruana”?

D.S: Estamos en el año 2020 ¿no? Los medios se han abaratado en las maneras de editar, publicar y digitalizar los libros. Ahora es más fácil y factible. Incluso tenemos antologías de ciencia ficción y de terror. Ahora, imagínate en los años 60, 70 y 80. Nuestro medio parece haber sido bastante exiguo. En esos tiempos no contábamos con editoriales dedicadas al género ni con un aparato crítico favorable para este tipo de literaturas. De repente, en medio de este problema surge no solamente José Adolph, sino otras figuras como Juan Rivera Saavedra, José Estremadoyro y Héctor Velarde. En el caso de mujeres, por ejemplos, tenemos a María Tellería del Solar. En la revista Lo Insólito ella publicaba algunos cuentos humorísticos y relatos breves de ciencia ficción. Para mí, aquellos tiempos son importantes porque la gente imagina y no puede contener su imaginación, pese a que no había medios que les faciliten la publicación. No había una revista Locus comoen Estados Unidos o revistas dedicadas al género. Por otra parte, si lees el libro Fantasmas del futuro: teoría de la ciencia ficción (1821-1980) (2018) de Elton Honores, el investigador recopila información en diarios como El Comercio para su investigación. En uno de estos datos, descubre un concurso de ciencia ficción realizado en Lima en los años 78 o 79, en el que participa un número considerable de narradores. Entonces, si te he podido mencionar a estos cuatro autores, incluyendo a Tellería del Solar, imagínate cuántos escritores/as inéditos hay dentro de la literatura peruana. Lamentablemente, este tema no generó tendencia hasta llegar en los años 70 y 80 con Adolph, quien continuó publicando y escribiendo.

CA: Otro tema que me llama la atención es la representación del personaje femenino en sus cuentos. ¿Cuál es la relevancia de esta figura dentro de su narrativa?

D.S: Las mujeres que aparecen en sus novelas son sorprendentes e intervienen constantemente para movilizar la historia. A veces pienso que los personajes masculinos son un pretexto para darles voz a los personajes femeninos. Este es un aspecto muy destacable.

De otro lado, a mí me parece que Adolph valoraba mucho a la mujer y eso se puede evidenciar en las columnas culturales que escribió cuando fue periodista. Él era consciente de que varias feministas peruanas y extranjeras luchaban por sus libertades. Por ejemplo, no estaba de acuerdo con el gobierno de Israel, ya que lo señalaba como un estado laico donde las mujeres podían usar shorts, pero que al mismo tiempo obligaba a sus estados enemigos a que las mujeres usaran velos. Para esta situación, él tenía una frase muy aguda: “Mis amigas feministas están más a favor del velo musulmán que los shorts de las judías”. Adolph, en resumidas cuentas, estaba a favor de una visión liberal de las mujeres en el ejercicio de su feminidad.

CA: La ironía es otro de los tópicos recurrentes en su narrativa. ¿Por qué crees que la utiliza?

D.S: En principio, muchos autores de ciencia ficción han señalado que su género les permite hacer filosofía sin la necesidad de escribir ensayos o tratados sobre ella. En ese sentido, la ironía te permite desarmar y ver, de una manera reflexiva, la realidad. Es una forma muy elegante de escribir. En mi caso, como escritor no domino el arte de la ironía (de la sutileza) porque escribo de un modo muy directo. En mis narraciones expreso directamente todo lo que pasa. Adolph, en cambio, no. Él desarrolla una novelística y cuentística más introspectiva y humanista, pues se da cuenta de todas las contradicciones que vivimos los seres humanos. Tienes dos opciones: ser muy crítico o muy flexible, esto es, ser realista o indulgente. La ironía se presta para los grandes efectos.

CA: La mayoría de los personajes de Adolph asumen una postura revolucionaria. ¿A qué crees que se deba esta característica? ¿Tendrá relación con que Adolph mantenía una postura de izquierda? Un dato adicional es que Adolph ha sido unos de los principales intelectuales difusores del gobierno de Velasco.

D.S: Dentro de los temas que conversamos Adolph y yo, casi nunca hablamos de eso. De hecho a mí me sorprendió, después que falleció, enterarme que había trabajado en el Sinamos. Generalmente, hablábamos de literatura. Sin embargo, tengo entendido que en alguna entrevista o conversación manifestó que era trotskista. A veces me encuentro con un artículo sobre él diciendo que fue funcionario (de tal institución y en tal año) y me sigue sorprendiendo. Nosotros, en cambio, solíamos a comentar las reseñas de sus libros. Te repito: al menos conmigo nunca trató estos temas.

Ahora bien, si tú lees la novela La ronda de los generales, te darás cuenta de quees una obra muy crítica hacia la izquierda. Esta novela habla de un país donde ocurren revoluciones y tomas de poder, pero no es apologética al gobierno militar. En relación con sus personajes, estos son contestatarios. El mismo Adolph hizo una actuación, regresando a las anécdotas, en una de las primeras marchas del feminismo en el Perú. Adolph participó, pero fue caricaturizado por algunos medios. Lo sacaron vestido de mujer o algo así. En sus columnas en Caretas o en La República, él era un librepensador en temas muy polémicos como el aborto. Él estaba a favor y, por eso, fue muy criticado en su tiempo.

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